domingo, 5 de mayo de 2013

El anuncio que encendió motores

 
anuncio 01En realidad fue una sorpresa. A pesar de algunas indiscreciones sin importancia, muy pocos ciudadanos holandeses y muchos menos del mundo entero, estaban preparados para escuchar la noticia que Su Majestad Beatriz, Reina de los Países Bajos, Princesa de Orange-Nassau y de Lippe-Biesterfeld, anunció en un breve discurso de tres minutos de duración, el pasado 28 de enero al terminar la jornada laboral del día: A pesar de haberse sentido siempre "muy comprometida con la gente" y muy feliz de "compartir alegrías, pesares y orgullos nacionales"; a sus 75 años de edad, decidía abdicar al trono "porque el cargo se me hace demasiado pesado", y "para pasar la responsabilidad a nuevas manos".
Fue una manera de continuar con una especie de tradición, propia de la familia Real Holandesa: La Reina Guillermina (abuela de la actual monarca) abdicó en 1948 en favor de su hija, la Princesa Juliana, quien se convirtió en una reina muy poco convencional y pasó el testigo a su hija Beatriz, tras abdicar en 1980. Todas adujeron las mismas razones: evitar exponerse a reinar en medio de su declive físico. Después de esa larga historia de Reinas, un hombre regresa al trono de los Países Bajos: Guillermo Alejandro IV (que reinará bajo el nombre de Guillermo Alejandro a secas). Han pasado 123 años de la muerte del último rey varón, Guillermo III y es la tercera vez, en la historia reciente del Reino, que una mujer “regresa” a ostentar el título original de su nacimiento: Princesa de Los Países Bajos. (Atesora, como es costumbre, una larga serie de títulos adicionales, pero no los usa; al igual que su Madre, La Reina Juliana, que abolió el tratamiento de Majestad y exigía ser llamada Señora, sin más, Beatriz nunca ha usado sus numerosos honores heráldicos, Guillermo si, por cierto).
33 años de un reinado, no exento de problemas, llegaban a su fin. Se encendían los motores para la organización de una ceremonia que se ve muy pocas veces en la vida: la investidura de un nuevo Rey (en Holanda, los reyes no se coronan, se invisten) y sus correspondientes fastos, una fiesta por todo lo alto que raramente sucede, pues el ascenso al trono de un nuevo monarca suele realizarse en los días siguientes al entierro de un monarca reinante y en periodo de luto relativo. A Beatriz de los Países Bajos la acompañan en su despedida, un 81 % de popularidad, una viudez temprana y varios dolores, el más reciente, el trágico accidente de su hijo el Príncipe Frisso, en coma desde que una avalancha lo sepultara esquiando en la estación de Lech, Austria, hace poco más de un año. También, varios escándalos de corrupción y una grave mancha: su marido, el Príncipe Claus, un aristócrata alemán, fue miembro (convicto y confeso) de las juventudes Hittlerianas; aunque ese desliz (horroroso para los Holandeses que tienen muy presente el recuerdo de la guerra) fue poco a poco perdonado – quizás nunca olvidado – por un pueblo al que se ganó a fuerza de humildad, encanto personal y trabajo. Sin embargo, todo parece borrado por la emoción del traspaso de poderes, las tiaras fascinantes, las joyas deslumbrantes y el saber estar de los nuevos reyes y todos sus “compinches” europeos y asiáticos. Fue una gran fiesta, eso sin duda.
anuncio 03anuncio 04



No hay comentarios:

Publicar un comentario