viernes, 10 de mayo de 2013

Reina peccaminosa, la dulce Paola

paola 001Fue la mujer más bella de la nobleza europea, pertenece a una familia italiana de exquisito linaje en la que campean 10 ducados, 15 principados y un número parecido de marquesados y condados; aun así, le sacó vueltas a todo ese abolengo inmaculado y protagonizó una era de escándalos y exageraciones, que dejaron sin habla al mundo y dieron mucho de que hablar a sus colegas.
Nacida el 11 de septiembre de 1937, Paola Margherita Giuseppina Maria Antonia dei Conti Gazelli di Rossana e di Sebastiano Ruffo di Calabria, o mejor dicho, Paola Ruffo di Calabria, hija del Príncipe de Ruffo di Calabria, duque de Guardia Lombarda y conde de Sinopoli y de la condesa di Rossana e di Sebastiano; Su Majestad Paola, Reina Consorte de los Belgas, desató pasiones, hizo correr ríos de tinta, fue acusada de las barbaridades más grandes y protagonizó escándalos reales que, en pleno siglo XXI, continúan siendo motivo de sonrojo.
Mucha agua ha corrido para llegar hasta allí. Aristócrata de altos vuelos, preciosa y con inmensas ganas de comerse el mundo en un bocado, Paola tenía el futuro asegurado como modelo, actriz de cine o algo en donde sus ojos verdes tuvieran entrada y rindieran beneficios. Pero, su familia (de siete hermanos) tenía completamente otra idea que pusieron en movimiento tan pronto como encontraron un príncipe con respaldo a quien endosarle el proyecto. Ese príncipe fue Alberto, Príncipe de Lieja y posible heredero de la corona de los belgas (en Bélgica el titulo no toma el nombre del país, sino el del gentilicio) a quien Antonello, el hermano comerciante, hizo los honores en una fiesta de la embajada Belga en Italia. Se casaron a los pocos meses de noviazgo y emprendieron vida común en el austero Palacio de Laeken, residencia de los Reyes Belgas en Bruselas. Un palacio lleno de rigores, dirigido por una Reina Fabiola demasiado católica, conservadora y amargada. Fue mucho para el alma libre de Paola quien intentó llevar sus minifaldas, sus corpiños ajustados y su juventud a esa corte intransigente, provocando un choque espantoso en el que Alberto, el marido mal portado (siempre hay uno) se hizo la vista gorda y se dedicó a las fiestas, los viajes y la frivolidad. No pasó mucho tiempo para que Paola tomara venganza y entonces, se armó la marimorena.
paola 002Paola pasaba largas temporadas fuera de Palacio y Alberto aprovechaba para dar rienda a sus amores prohibidos. Paola tal vez sintió que su belleza se perdía entre esas paredes historiadas e hizo lo suyo. Que se sepa, (siempre serán habladurías, pues las partes nunca lo han confirmado, ni lo harán) por lo menos dos amantes compartieron a la Princesa de Lieja con su marido, uno fue tan lejos como hasta componerle una famosa canción: “Oh Dolce Paola” (que se escuchaba hasta en las antípodas) y con el otro fue fotografiada en actitud “pecaminosa” en las costas de Cerdeña. Por su parte, el marido mantenía una relación casi formal con una condesa francesa (tuvo una hija con ella que permaneció escondida hasta hace poco) mientras las cosas ardían en Palacio. Balduino, un rey estricto y religioso hasta donde no se puede más, trataba de poner orden en ese desastre y todas las revistas en algún momento los ponían en portada. Fueron castigados: los obligaron a vivir en el castillo de Belvedere, cada uno en un ala del edificio, pero forzándoles a comparecer juntos en los actos oficiales. Tal vez, una de las muchas gotas que colmó el vaso.
En 1993, sin embargo, el rey Balduino muere repentinamente y Alberto, aun sin ser el heredero escogido por el fallecido Rey, asume el trono y las cosas empiezan a cambiar para la alocada familia formada por Paola, Alberto y sus tres hijos (se dice que el tercero no es hijo de Alberto, pero de eso mejor no hablar mucho) Paola comienza a buscarle sentido a un rol que no está contemplado en la constitución. Podría no hacer nada, pues nadie se lo exige, pero, tal vez por ponerse a salvo de los escándalos que continúan arrinconando a la corte, ha creado una Fundación que se dedica a la promoción de la juventud y trata de mantenerse tan activa como puede en los asuntos de estado.
paola 003Atrás han quedado las minifaldas y las ropas atrevidas por las que le fue negada la entrada al Vaticano en una oportunidad en los años 70. Paola envejece con elegancia y discreción. Conserva algo de la belleza legendaria, ayudada por trajes de chaqueta y faldas a la rodilla, que son su uniforme para el diario quehacer, lleva el cabello rubio, cortado en un estilo muy moderno y favorecedor y realmente ya no queda nada del glamour, brillo y alta costura de los ’80 y ’90. Atesora algunos aderezos heredados y alhajas privadas muy personales, como los célebres moretti venecianos que Nardi hizo expresamente para ella. Cuando la ocasión lo exige (se le ve poco) usa una preciosa tiara de diamantes en baguette que pertenece a la corona, su preferida; y de vez en cuando recuerda su “época de oro” vistiendo algún traje de un diseñador italiano; la mayoría de las veces, no obstante, escoge discretos conjuntos de colores pastel que acompaña con foulards de seda, pocas joyas y discretísimo maquillaje. No puede decirse que tenga un estilo demasiado rebuscado o demasiado firme y a lo mejor esa sencillez cuidada sin tocar extremos, sea precisamente su estilo. Solo lleva sombreros cuando es menester hacerlo y parece vivir alejada de la rigidez propia de su entorno. Su atuendo en una ocasión de gala no ha decepcionado nunca; es más, se atreve con modelos más o menos vanguardistas, siempre que le sienten bien a su estampa de hoy. Pareciera sentir fascinación especial por los bolsos de mano y carteras de tipo sobre, así como por finos accesorios de marroquinería, lo cual no debe sorprender a nadie: es italiana.
paola 004Las aguas parecen haberse calmado para la pareja que hoy han logrado ser SSMM Alberto y Paola, Reyes de los Belgas. Las malas y buenas lenguas dicen que ella se re-enamoró de su marido y viven sosegadamente felices, dejando atrás las intrigas de palacio y las juergas de juventud. Hoy, cuando plácidamente está dedicada a disfrutar sus nietos en la madurez de 75 años que hacen honor a su leyenda, nadie habla del pasado, nadie recuerda el revolcón que esta bellísima mujer dio a la estirada y gris casa real belga y todos posan para fotografías en las que la dulce Reina, parece exactamente lo que es: una abuela italiana.
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