miércoles, 8 de mayo de 2013

Reina prudentísima, la seria Sofía

sofia 001Ha sido llamada, por su marido desde hace 50 años, “una profesional intachable”. Ha ocupado tal centimetraje de prensa que podrían llenarse tomos con la chismografía que su vida ha desatado. Tiene la mala fortuna de reinar en un país cuya prensa del corazón está en manos de lobos hambrientos, y de hacerlo en el momento en que todos los tupidos velos que cubrían las actuaciones de la Casa Real, han caído rasgados por un fenómeno desconocido hasta hace poco: el rating. A todo ello se ha enfrentado con una seriedad tan definitiva como su peinado, que no ha variado en décadas.
Nació en Psixico el 2 de noviembre de 1938, con el nombre de Sofía Margarita Victoria Federica de Schleswig-Holstein-Sönderborg-Glücksburg, o lo que es lo mismo como Su Alteza Real La Princesa Sofía de Grecia y Dinamarca y, a la edad de 37 años, por obra de su matrimonio con Juan Carlos de Borbón y Borbón Dos – Sicilias (Rey de España) se convirtió en Su Majestad, Sofía, Reina Consorte de España.
Han sido 38 años de reinado en los que Sofía ha dado lo mejor de sí para vencer obstáculos que otra mujer habría considerado insalvables: las continuas infidelidades de un marido insaciable, la imposibilidad de hacer lo que le viene en gana y una soledad infinita, según las malas lenguas.
Lo ha hecho con gracia, pero sin ser graciosa. Con un aspecto físico más bien alejado de los cánones tradicionales de la belleza occidental, ha definido, como todas sus colegas, un estilo que la pone a salvo de confusiones indeseables. En el suyo, la seriedad es una fija, el cabello probablemente sea otra y su origen, incuestionablemente noble, es la más importante; Sofía de España, puede permitirse ciertos desplantes, su sangre es más azul que casi toda la de la nobleza europea. Es prima cercana o lejana de todas las testas coronadas y en su árbol genealógico figuran con la misma tranquilidad la emperatriz Catalina la Grande, Santa Isabel de Hungría, el káiser Guillermo II de Alemania y la reina Victoria I del Reino Unido. Es decir, si se hurga un poquitín, es pariente lejana hasta de su marido.
sofia 002No es la suya, sin embargo, una seriedad de nariz parada, se debe en principio a una gran timidez que la persigue desde siempre y a un cúmulo de situaciones complicadas que ha debido ir enfrentando para sobrevivir en un oficio que siempre, para ella, ha sido tumultuoso dentro de palacio y en las páginas de las incontables revistas, serias y no, para quienes ella es una portada que vende tanto como la de una modelo desnuda. Padeció el peor de los exilios, conoció la pobreza, por increíble que parezca, y se enamoró de un Príncipe Español, aunque casi se casa con el Heredero Noruego. Se casó con Juan Carlos y, según dice todo el mundo, además de un piso solitario en el palacio de la Zarzuela, con ese matrimonio adquirió todas las tristezas que obsequia un mal marido: Infidelidades, amarguras y peleas que ambos se ocupan de esconder, sin mucho éxito. Aprendió en la adversidad, fue una princesa oprimida por una madre dominante que le llenó de tormentas los preparativos de una boda que presagiaba todo lo que ha venido apañado. Se cuenta que la madre metía mano en todo e hizo que esos preparativo fueran atroces, Federica despreciaba a Juan Carlos, a quien estuvo a punto de pegarle: "¡Eres un desgraciado... eres una m... Menos que nadie!" No obstante, fue a esa madre despótica a quien acudió al descubrir, in fraganti, aquella primera infidelidad que marcó su vida (y su desgracia) y la misma que la devolvió a palacio mostrándole su propia vida en India: “¿Qué vas a hacer si te separas y renuncias al trono?", le reprochó. "¡Mírame a mí! ¿Te gustaría pasar por lo que yo he pasado, vivir como estoy viviendo?". Quizá esa respuesta haya formado buena parte de ese carácter serio y, a veces, antipático de la Reina de España. Es desconfiada y huraña, no tiene ni tuvo nunca una amiga íntima, porque recordaba las palabras de la anterior reina española: "¿Cómo tener amigas? Si cualquiera de ellas quizás se está acostando con tu marido..." y se ha visto relegada a causas que no despiertan emoción, apenas se da publicidad a sus actuaciones, aunque no se deja pasar ninguno de los escándalos de la familia, todos la salpican a ella.
A lo mejor eso explica también ese estilo tan particular; casi nunca usa sombrero pues sabe que no le favorecen, y cuando es preceptivo lleva tiaras o mantillas españolas. La edad le ha ido depurando el gusto, pasando de vestidos de muy ostensible confección casera, muchas veces reciclando modelos ya pasados, a trajes de diseñadores españoles. La mayoría de las veces va correcta, sobre todo en asuntos oficiales, aunque podría - y lo hace en el verano - darse un poco de aire al estilo hippie chic. Le encantan los trajes de pantalón y blusón de telas muy estampadas, acompañados de joyas de oro pesado, pulseras sobre todo, y adoptó el abanico como un símbolo de españolidad con el que se siente feliz. Para ocasiones más importantes del diario, siempre lleva trajes de chaqueta en un solo tono y pocas joyas. Sus trajes de gran gala llevan la firma de algún diseñador conocido (español siempre, por razones institucionales) y son muy recatados, aunque lleven pedrerías y adornos. Lo único que jamás ha cambiado (y debería) es su peinado. Hace años lleva el mismo corte y el mismo peinado sin variación alguna.
sofia 003A pesar de haber cometido alguna indiscreción, es fiel a sí misma y muy discretamente ha roto la neutralidad monárquica; es memorable el escándalo que armo al decir que un matrimonio gay no era un matrimonio. Hace cualquier cosa por sus hijos, a los que adora (no ha dudado en apoyar casi abiertamente a su yerno envuelto en un penoso escándalo de corrupción) y por cumplir su papel. Sabe que no tiene alternativa y lo dijo una vez: “Aunque se muera mi marido, y reine mi hijo, y haya una nueva reina, yo seré reina Sofía hasta la muerte”. Nadie lo duda. Después de todo, y a pesar de los pesares, su seriedad le garantiza un puesto en la historia, el de una profesional intachable.

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