Un Rey accede al trono

Un breve descanso, o tal vez un espacio de tiempo para facilitar el cambio de vestuario y los últimos detalles a la escenografía, frente a la que se desarrollará el segundo y más importante de los actos programados para este día de primavera, que amaneció soleado y con justas temperaturas. Es el último Día de la Reina, un día que tradicionalmente se rinde honores a la soberana y que desde este año se adelanta 24 horas. Guillermo Alejandro celebrará su día cada 29 de abril

Son la 1:50 de la tarde cuando la familia real sale, en solemne procesión desde el Palacio Real a la Iglesia Nueva (un bellísimo edificio gótico que data del siglo XVII y está situado junto a Palacio, en la célebre Plaza Dam) Ha llegado el momento: Guillermo Alejandro, nuevo Rey de Los Países Bajos, será investido de sus honores y mandato, en solemne ceremonia que, junto a la abdicación de su madre sucedida poco antes, constituye el ceremonial formal de su ascenso al trono. Exactamente a las dos de la tarde, con toda puntualidad, hacen su entrada Guillermo y Máxima, los reyes más jóvenes de la Europa actual. Él, de frac, con chaleco blanco y pajarita, y luciendo el manto real de armiño que la reina Beatriz llevara en 1980 en su coronación, una copia del original de 1815 que se usó durante la entronización de Guillermo I; ella, sencillamente espectacular, como se anticipaba: un hermoso traje en chiffon y tul de color azul eléctrico, creación del holandés Jan Taminiau, con delicados bordados alegóricos en el corpiño, así como en el bajo de la falda, mangas transparentes bordadas en pedrería y cristales y espectacular capa de hombros resaltados. Va tocada con la fabulosa tiara de la Reina Emma, una creación de diamantes y zafiros, que el rey Guillermo III encargó para regalar a su esposa. Lleva pendientes y broche a juego. Las 3 hijas de la pareja, con la Princesa Amalia al frente – nueva Princesa Heredera – van vestidas de azul cobalto y Beatriz, Princesa de Los Países Bajos, igualmente en azul con brocado negro y sombrero hongo a juego.

Minutos antes han hecho su entrada los príncipes europeos que han estado presentes en Ámsterdam desde el día de ayer, para ser testigos de este hecho excepcional. Una vez más, destacan los Príncipes de Asturias; Doña Letizia en una estupenda creación de Felipe Varela en seda y tul color titanio, tocada por un estilizado arreglo de plumas y hojas de organza que de algún modo recordaba un tocado andaluz, lucía realmente muy bien. El resto de los invitados reales cumplieron con elegancia, con dos notables excepciones: Si bien la noche anterior había destacado por la impecabilidad de su arreglo, en esta ocasión, Mary, Princesa de Dinamarca decepcionó, con un vestido poco favorecedor, en color blanco roto con estampados florales en la cintura y un tocado que no tenía nada que ver con el resto del arreglo y, Mette Marit, Princesa de Noruega, que volvió a lucir un atuendo inconveniente: vestido con estampados florales en azul y blanco de manga larga y cuello cerrado, que la avejentaba y hacia ver más gorda. Llamó la atención la Jequesa de Qatar, de negro, con su turbante habitual y joyas demasiado grandes y vistosas que parecían de fantasía, aunque es imposible dejar de admirar su extraordinaria belleza. Victoria, Princesa de Suecia, se reivindicó con un bonito vestido color beige y gran pamela a juego y, por fin, vimos a Masako, Princesa Imperial de Japón en su primera aparición pública después de 11 años; ni emocionó ni desencantó: se veía muy correcta en un atuendo beige con sombrero Pill-Box a juego.

Eran casi las dos y media de la tarde cuando empezó la solemne ceremonia de investidura. En Holanda, los reyes no se coronan, se invisten, lo que quiere decir que prestan juramento ante el gobierno y el pueblo, en una ceremonia que, aunque se realiza en una iglesia, es de carácter laico y por tanto el Rey no es considerado un Dios cuyos actos son irrefutables. La Monarquía se considera una institución más al servicio del país y el Rey, un profesional más que desempeña un trabajo. No es cabeza de iglesia ni guía espiritual de la nación. Los holandeses hacen inmenso énfasis en mantener el carácter laico del estado; por lo tanto, sobre la cabeza del Rey no se coloca corona alguna. Esta reposa, junto al cetro y el orbe real sobre una mesa vestida en terciopelo rojo que se llama credencia, junto a un ejemplar de la constitución Holandesa. Por cierto, la Corona que se exhibe en esta ceremonia, está adornada con piedras falsas.

Después de los discursos y la juramentación El Presidente de los Estados Generales da la bienvenida al Rey y, a continuación, los Secretarios leen los nombres de los 146 miembros de los Estados Generales y delegados de Aruba, Curazao y San Marteen que juran lealtad al nuevo monarca uno a uno. Finalmente, el Presidente da por concluida la Reunión y el Rey de Escudos más antiguo grita: "¡El Rey ha sido investido!". A lo que responden todos los presentes con tres ¡hurra!: "¡Hoera!, ¡Hoera!, ¡Hoera!"

Una era se abre ante el país que, expectante, saluda la entrega con que, durante 33 años, La Reina Beatriz ha contribuido con los destinos de la nación e igualmente, recibe con confianza la llegada de sus nuevos soberanos. Para ambos, la jornada está escrita.