La abdicación

No es, ni mucho menos, un asunto sencillo que se resuelva, por ejemplo, en una sesión de parlamento. Por mucho que estuviera anunciado desde Enero, el acto formal de abdicación no se llevó a cabo, hasta el momento en que tanto el gobierno, como las cortes, estuvieron preparados para recibir un nuevo rey, sin más demora. Haciendo gala de antiquísimas disposiciones legales, el Reino no puede estar sin rey. O no debe.

Sucedió el día siguiente, 30 de abril, en un solemne acto celebrado en el Salón Moisés del Palacio Real de Ámsterdam, siguiendo un estricto protocolo, fiel al ceremonial establecido y probado desde 1948 en que se involucran tanto la familia real, como los miembros del alto gobierno, y que comienza con el saludo de la Reina Saliente a las autoridades reunidas en la sala y un brevísimo discurso con el que reafirma su disposición irrevocable. (No es posible arrepentirse de una abdicación, que se supone es un acto libre y soberano) Una vez sentados, La reina, los herederos y la familia real a la izquierda y el gobierno, los Presidentes de las dos Cámaras de Representantes, los Ministros del Reino, el Vicepresidente del Consejo de Estado, los miembros de las diputaciones de Aruba, Curazao y San Martín, el Comisario de la Reina de la Provincia del Norte de Holanda, el Alcalde de Ámsterdam y el Director del Gabinete de la Reina a la derecha, se presenta el libro de actas, donde reposa el acta de abdicación que ha leído el Director de Gabinete de la Reina y, siendo las 10:07 minutos de la mañana, Beatriz, Reina de los Países Bajos, firma y cambia su título al de Princesa. Enseguida Guillermo y Máxima también firman (así se asegura que no ha habido vacío de poder) y se comienza a rodar el libro, para que cada uno de los testigos mencionados hagan lo mismo. Es curioso notar que, 12 diputados no han firmado el acta ni han prometido lealtad a Guillermo por “razones de conciencia” y sin embargo, han sido tomados en cuenta para las invitaciones a las celebraciones, a las que no han asistido. Eso no causa ningún problema.

Al finalizar las firmas, han salido al engalanado balcón del Palacio Real para efectuar su primer saludo. La nueva Princesa de Los Países Bajos, se dirige a la multitud expectante y anuncia: Les presento a su nuevo Rey, Guillermo Alexander. Ambos se funden en un cálido abrazo, Máxima aprieta la mano de su suegra, llena de emoción y, acto seguido, Beatriz se retira, para dar paso a la nueva generación. Amalia, la nueva princesa heredera, y sus dos hermanas, vistiendo preciosos trajecitos amarillos, saludan desde el balcón junto a sus padres; Máxima, en un bellísimo vestido mañanero de seda beige, con gran lazada al hombro, cabello recogido y la mejor de las sonrisas, acompañan al nuevo Soberano en su primera aparición ante un pueblo que ha depositado en ellos toda su confianza. Holanda saluda entusiasmada su nueva era. Hurra al rey.