Es el primo Carlos, único
monarca europeo que, consanguíneamente, está verdaderamente emparentado con
todas las familias reales de Europa y, sin embargo, es el que menos
responsabilidades de gobierno ostenta. Desempeña un papel estrictamente
protocolario y simbólico, no tiene voz ni voto en las decisiones importantes de
la vida del país y, si se le consulta sobre algún tema de estado en particular,
se hace por razones de elemental cortesía. Es famoso su comentario indiscreto,
hecho al amparo de una declaración apurada en el medio de un torbellino
periodístico, en el que se le preguntó su opinión sobre la aprobación de
determinada ley de importancia para el desarrollo económico del país, ante lo
que el Rey respondió alegremente, “¿ya la
aprobaron? Pues bien, tendré que leerla”.
No obstante, es un hombre muy querido por sus súbditos, tiene fama de
generoso, cara de buena gente y galanura para dar y repartir.

En realidad no tiene poder alguno; Suecia es el país que tiene la más desarrollada e igualitaria democracia del mundo, no obstante, el papel de Jefe de Estado, reservado al Rey, se considera que tiene carácter unificador y simbólico. Es un hombre querido y bastante respetado, a quien se le considera una especie de guía por quien se profesa cercano afecto. Muy poco dado a escándalos y de muy limitada exposición publica, ha llegado a reconocer que su familia ha tenido “dificultades económicas” al punto de que, hace pocos años, protagonizó una pequeña trifulca palaciega al poner en venta ciertos tesoros personales (joyas y algunas obras de arte de su propiedad) para poder ingresar efectivo a caja. Se resolvió sin dificultad, pues bastó con demostrar que los objetos a la venta eran suyos de toda propiedad; eso no lo puso a salvo de ser objeto de investigaciones que revelaron un manejo poco ortodoxo de negocios inmobiliarios con los que ha multiplicado su fortuna personal, (no de las más abultadas de la nobleza europea: se calcula en alrededor de unos 26 millones de Euros y sigue creciendo) Ha sido tal vez la segunda ocasión en la que su nombre, muy a pesar suyo, estuvo sonando en las secciones menos halagüeñas de la prensa del corazón.

Proviene de un linaje muy antiguo, La Casa Bernadotte (su familia de nacimiento) traza sus orígenes de casta y sus derechos dinásticos sobre el trono de Suecia y otros reinos escandinavos, desde por lo menos el año 1809, aunque la monarquía existe desde el siglo I y de varias formas se le emparenta. Él está muy consciente de tal responsabilidad y aunque defiende la modernización de las instituciones dinásticas, es al mismo tiempo un defensor a ultranza de hacer las cosas a la manera monárquica. No vio con buenos ojos la unión matrimonial de su hija, la heredera al trono, con un desconocido comerciante dueño de gimnasios proveniente de una familia de profesionales comunes y corrientes (a quien terminó aceptando sin reservas, después de años de escrutinio) y ha censurado los retozos “suecos” de su hijo Carlos Felipe con varias modelos y actrices escandinavas. El matrimonio de su hija Magdalena con un banquero millonario norteamericano, lo aceptó de mejor modo al enterarse de que el pretendiente renunciaba a cualquier titulo, tratamiento especial y/o derecho sobre “la casa”
Serio, adusto y tan trabajador como
su papel se lo permite, SAR Carlos XVI Gustavo de Suecia es fundamentalmente un
hombre de familia, ocupado en destacar
la importancia de su país como destino turístico y en la promoción de la
inversión extranjera; apoya diversas causas sociales y es incondicional del
movimiento Scout, cuyo uniforme viste orgullosamente, por lo menos, una vez al año. Como un intento
profesional de mantenerse en sintonía con lo que sucede fuera de los muros de Drottningholm,
uno de los más hermosos palacios europeos, SAR asume cuanta tarea se le
encomienda con el mejor talante: el de un Rey con corona y sin mucho oficio por
hacer.
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