martes, 9 de julio de 2013

SAR Felipe de Bravante, nuevo Rey de los Belgas

Pocas personas en este mundo nacen con un destino tan exacto, diseñado e irrenunciable como Felipe de Brabante, Príncipe Heredero de Bélgica.  Puede pensarse que es algo que sucede a todos los hijos de un Rey en ejercicio, y es verdad; pero en su caso, hay un gran ingrediente adicional.  En el momento de su nacimiento, SAR el Príncipe Felipe no era el hijo de un rey en ejercicio. Es más, un simple guiño de la suerte lo habría dejado sin la enorme responsabilidad, cambiándole el destino. Eso no sucedió.  Felipe, a quien si le hubieran leído las cartas, le habrían salido todos los reyes de oro, selló con su nacimiento la permanencia histórica, en línea directa, de la casa Witten  y la familia de Sajonia Cobburgo Gotta,  en el trono de Bélgica.
Fue tal vez un golpe de suerte.  Nacido como Philippe Léopold Louis Marie de Saxe-Cobourg et Gotha en Bruselas el 15 de abril de 1960, es el hijo mayor del entonces Príncipe Alberto de Bélgica y la Princesa Paola Ruffo di Calabria, la pareja de príncipes más escandalosa de los locos 60´s, tiempos en que Bélgica se sacudía de los estertores de una guerra que se antojaba cercana, bajo la mano católica y conservadora del adusto  Rey Balduino, el hermano mayor de Alberto y su piadosa esposa, Fabiola de Mora y Aragón, una española respingada y rezandera que hacía de todo por evitar que se le relacionara mucho con su díscolo hermano,  Jaime de Mora y Aragón, un aristócrata que revolucionó Marbella a punta de disfraces, fiestas interminables y muchos chismes subidos de tono.

SSMM Balduino y Fabiola, reyes queridos y admirados por el pueblo belga no tuvieron hijos.  Por alguna razón, probablemente divina, Fabiola sufrió una sucesión de abortos que desgastaron su salud y terminaron para siempre con sus deseos de ser mamá.  Voltearon entonces hacia Felipe, el sobrino primogénito que tendría la posibilidad de heredar la corona. Lo hicieron con verdadera pasión de padres,  en tiempos en que Paola y Alberto, padres del pequeño príncipe no estaban a la mano para ocuparse de su formación, probablemente por encontrarse de fiesta.  Recibió  entonces la exquisita educación de un heredero. Letras, en francés y flamenco, formación militar en la Real Escuela Militar donde se licenció en 1981,  estudios universitarios en el Trinity College de la Universidad de Oxford, y en la Escuela de Posgrado de la Universidad de Stanford, en los Estados Unidos, donde  realizó un Máster;  además de una precisa formación en historia de Bélgica, (dicen que pocos conocen esa materia mejor que él) y en temas relacionados con el comercio internacional y la representación de su país ante organismos internacionales, un asunto crucial dado que Bruselas es sede la Comunidad Europea.  

En 1993 ese tío cariñoso con quien tenía una relación más cercana que con su padre, murió intempestivamente;  Felipe, entonces de 33 años, ha debido subir al trono, como era el deseo del rey que lo consideraba su heredero – no oficialmente -  pero, Alberto, hermano del Rey Balduino y legal heredero de un soberano que moría sin descendencia, fue proclamado Rey en un movimiento que muchos consideraron un robo de los privilegios del hijo, que debió esperar 20 años para satisfacer el deseo de un monarca al que se le recuerda con inmenso cariño. 20 años que no siempre fueron fáciles y que han sido empañados por una fama, quizás injusta, de príncipe blandengue, poco apto para desempeñar  las delicadas funciones de Jefe de Estado, un cargo que en Bélgica acarrea responsabilidades políticas verdaderas.
Tal vez  sean rumores sin fundamento y ciertamente, no los únicos que ensucian su buen nombre. Hace un par de años un periodista belga publicó una biografía no autorizada en la que aseguraba que el heredero mantuvo por años una relación amorosa con el Conde Tomas de Marchant, y que  su padre, el Rey Alberto, lo había obligado a casarse con la Condesa Matilde d'Udekem d'Acoz para proteger el buen nombre y la permanencia de la dinastía.  Realmente nunca se sabrá la verdad sobre un chisme que, a todas luces, es por lo menos sensacionalista y mal intencionado.  Sin embargo, la amistad con el Conde existió (o existe, discretamente) y fue, según todos dicen, muy cercana  y dependiente. Una amistad que, al parecer, nunca fue vista por buenos ojos en el estricto catolicismo del palacio de Laeken: El conde Thomas de Marchant no fue invitado a la boda del príncipe y su presencia en asuntos de la corte ha sido prácticamente anulada.
Entre tanto, SAR Felipe, príncipe heredero de Bélgica, ha procreado cuatro hijos con la Princesa Matilde y continúan pareciendo, a todo evento, la pareja feliz y enamorada que muy pronto ascenderá al trono de los belgas. Ni los problemas fiscales de SM la Reina Fabiola, ni los escándalos de su hermano el Príncipe Lorenzo, ni su propia carga de maledicencias han podido detener una carrera hacia ese trono para el que se ha preparado tan concienzudamente. Quizás sea el suyo un reinado que lleve a Bélgica al entendimiento nacional que le ha sido esquivo.  Por lo pronto, habrá que esperar a que el próximo 21 de julio sea coronado y empiece su andadura.  Entonces sabremos si la suerte y el bien hacer están tan de su lado como lo ha estado el destino.

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