lunes, 8 de julio de 2013

Anuncio formal de abdicación de SM Alberto II

Señoras y señores, 
Con profunda emoción me dirijo a ustedes. 
He alcanzado los ochenta años, una edad a la que ninguno de mis predecesores llegó en el cumplimiento de sus funciones. Mi edad y mi salud no me permiten ya llevar a cabo mis funciones como ustedes se merecen. No podría cumplir con mis obligaciones. En mis circunstancias, creo que ya no estoy capacitado para desempeñar mi trabajo.
Después de un reinado de veinte años creo que ha llegado el momento de pasar el relevo a la siguiente generación. Les garantizo que el príncipe Felipe está totalmente preparado para sucederme. Tanto él como la princesa Matilde tienen toda mi confianza.
Con el tiempo, y sobre todo con las innumerables misiones económicas que ha dirigido en el extranjero, el príncipe Felipe ha demostrado que su dedicación por nuestra nación reside en su corazón. Y sobre todo, a lo largo de los años le he enseñado que nuestra nación posee un tesoro extraordinario, su pueblo. 
Con un pueblo tan rico en talento, tan diverso, con tanta nobleza de espíritu y energía, me hace afirmar que el futuro de Bélgica está en las mejores manos. 
Con total serenidad y confianza les comunico que el 21 de julio de 2013, día de la Fiesta Nacional, abdicaré a favor de mi sucesor: mi hijo el príncipe Felipe. 
El papel del Rey de los Belgas encuentra su legitimidad en el servicio a la democracia y a los ciudadanos. Son ellos los titulares legítimos de la soberanía de Bélgica. Por ello, estoy convencido que el Reinado no debe estancarse en el pasado. El 20 de julio les dirigiré, como todos los años, un discurso y el día 21 junto con la Reina y los nuevos Soberanos, participaré en las ceremonias oficiales de nuestro Día Nacional.
Deseo comunicarles con cuánta felicidad he dedicado una gran parte de mi vida a servir a mi patria y mi pueblo. La reina Paola y yo mismo nunca olvidaremos los cándidos vínculos creados con el pueblo belga en todos estos años. Les agradecemos su confianza, su simpatía, su apoyo e incluso sus críticas. Tenemos tantos recuerdos de días alegres, pero también de días marcados por la tristeza. Mi abdicación no significa en cualquier caso que me separaré de ustedes, sino todo lo contrario.
 ¡Viva Bélgica!

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