miércoles, 5 de octubre de 2011

En olor de multitud


Si en España existe el Juancarlismo, en Sevilla, a no dudarlo, hay todo un desborde de Cayetanismo. Exacerbado, tal vez, por los acontecimientos de los últimos días y, digámoslo todo de una vez, porque los sevillanos son más faranduleros que nadie. Así pues, a las puertas del Palacio de Dueñas (que muchos llaman Palacio de Las Dueñas, pero que no es así, no lleva articulo) una muchedumbre bien compuesta por marujas, señoras ilusionadas, jovencitas ansiosas de historia, chistosos de siempre y simples portadores de buenos deseos, esperaba recoger su pedacito de cuento de hadas.
Cayetana no decepcionó. Se portó como una novia Sevillana que se precia y como una aristócrata que está más allá del bien y del mal. Salió del brazo de su marido a saludar a su gente, les hizo muecas, les dio las gracias, se dejó arrastrar por la música que tanto le gusta y se arrancó por Sevillanas.
Vamos, que era lo último que el público esperaba y será lo que todos recuerden de este día: el momento en que descalza y en plena posesión de la gracia de sus 86 años, enarbolaba las manos en el aire con el arte de quien ha bailao toda la vida. 
Un poco antes había lanzado el ramo a la multitud (lo agarró una jovencita de nombre María Dolores que tuvo su cuarto de hora inmediatamente)  y había correspondido con exactitud al cariño de un pueblo que se sabe tan único, que tiene reina, palacio y corte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario