lunes, 2 de junio de 2014

Abdica SM Juan Carlos I de Borbón, Rey de España

 
Su Católica Majestad  Juan Carlos I de Borbón y Borbón,  Rey de España, de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Menorca, de Jaén, de los Algarves, de Algeciras, de Gibraltar, de las Islas Canarias, de las Indias Orientales y Occidentales y de las Islas y Tierra Firme del Mar Océano; Archiduque de Austria; Duque de Borgoña, Brabante, Milán, Atenas y Neopatria; Conde de Habsburgo, Flandes, el Tirol, el Rosellón y Barcelona y Señor de Vizcaya y Molina, ha puesto fin a su reinado. Lo ha hecho voluntariamente y en apego a las más estrictas normas de protocolo y correcto proceder. Según sus propias razones, el motivo principal de su abdicación; a pesar de los numerosos escándalos, enfermedades, estancias en hospitales y la profunda crisis social y política que vive el país sobre el que ejerce su reinado; no es otra que el deseo de retirarse a la tranquilidad de una jubilación (muy bien ganada) y “dar paso a nuevas generaciones”. Para SM Juan Carlos I, el futuro de la institución monárquica; pero, sobre todo, el futuro de la unidad española y los buenos haceres de la política Europea son, verdaderamente, la preocupación mas importante de su mandato al frente de un despacho que si bien no gobierna, lo convierte desde siempre en la figura política más importante de España, admirado en gran medida por su papel fundamental en la reinstauración y solidificación de la democracia en su país y, por ello,  al dejarlo en manos (más o menos) de su hijo, el muy bien preparado Príncipe de Asturias, SAR Felipe de Borbón y Grecia, garantiza una continuidad con visos de impecabilidad de la que, posiblemente, no se aleje completamente.
Ha sido una sorpresa gigantesca para la mayoría de los españoles, por no decir que para todos, que aunque se lo esperaban (era lógico pensar que sucedería en algún momento, dado su precaria salud ósea y ya avanzada edad) no avizoraban la llegada de la noticia en un momento tan cercano. Variadas versiones circulan, tanto por las redes sociales como por los diferentes medios que se ocupan de analizar exhaustivamente las actuaciones de las monarquías españolas; en todas se repite una vez y otra, que los acontecimientos se precipitaron por razones de todo tipo, pero sobre todo por los preocupantes resultados de las recientes elecciones europeas y el descenso en la popularidad de la monarquía entre los más jóvenes.
Habrá espacio para extensos análisis, para contar todos y cada uno de los detalles de un hecho histórico que, siguiendo el ejemplo de Los Países Bajos y Bélgica, da paso al momento especial de un heredero que se ha preparado a conciencia para cumplir con su papel histórico. Por lo pronto, la noticia merece un importante espacio en nuestra vida.
¡Dios Salve al Rey!

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