sábado, 24 de mayo de 2014

Castillo de Belvedere


Tiene, probablemente, memorias agridulces para los padres del actual rey porque entre otras cosas, fue allí a donde los enviaron “castigados” para enfrentar los tumultuosos años en los que los muy estirados reyes Balduino y Fabiola juzgaron demasiado osado su comportamiento público como herederos de la corona. Se refugiaron allí, para escapar de las habladurías y alfo deben haber hecho bien pues terminaron convertidos en Reyes de Bélgica y nunca se mudaron realmente a la que siempre ha sido la residencia oficial de los soberanos (Laeken) sino que se dedicaron, sobre todo la Reina, a embellecer esta magnífica residencia, construida (como su residencia personal) alrededor de 1788 por Edward Walckiers, Receptor General de Finanzas y asesor de los Países Bajos austriacos, bajo la dirección del arquitecto Auguste Poyen. El castillo, llamado en ese momento el "castillo Walckiers" pretendía  ser un pabellón de estilo rústico, con una rotonda y algo de jardín. Después de la Revolución de Brabante (1787-1790), Walckiers se va al exilio y muere arruinado en 1837 en Suiza. Sus herederos sacan a la venta el edificio que es adquirido por  Jean-Baptiste Cartinel, quien amplia el área agregándole varias hectáreas y lo convierte en un sitio mucho mas ostentoso conocido entonces como "el Pequeño Laeken", debido a su proximidad con el castillo de Laeken, donde reside la familia real belga.
Cartinel muere en 1854 y el castillo pasa a manos de  François-Philippe de Haussy, un ex Ministro de Justicia, quien se convirtió en gobernador del banco nacional. Haussy hace importantes cambios en el edificio: agrega un ala lateral y trasera y un mirador con una cúpula. Es entonces, gracias a este último elemento, que finalmente el castillo consigue su nombre definitivo: Belvedere.
Pero, Belvedere, en su ubicación extraordinaria de Laeken, estaba demasiado cerca de la residencia real como para que escapara al frenesí inmobiliario del rey Leopoldo II quien deseaba expandir significativamente su poder inmobiliario en el área de  Laeken. El rey finalmente compró la propiedad el 29 de octubre 1867 por el equivalente actual de € 1.750.000. Lo hizo pensando en albergar a su hermana, la infortunada Emperatriz Carlota de México, pero ella se instala en el castillo de Tervueren, dejando Belvedere desocupado completamente durante unos años, hasta que en 1890, después que un incendio destruyera el castillo de Laeken, el rey Leopoldo II y la reina Marie-Henriette no tendrán más remedio que vivir allí durante el trabajo rehabilitación de Laeken. Tal vez esa sea la razón por la que en 1903, se une a las distintas posesiones de la Corona que pertenecen al Fondo Real de los belgas.
A partir de entonces, el joven soberano lo habita junto a la Princesa Clementine y la Reina Marie-Henriette,  Clementine en planes de una polémica boda con el príncipe Victor Napoleón, adversada por el padre debido a razones estrictamente políticas, suplanta a su madre la reina y establece dominios en el querido castillo.  Es entonces cuando se empieza a considerar que Belvedere, aun cuando no es una residencia “oficial” de los monarcas, es realmente la sede de la corte, hasta que en 1958 Bruselas acoge la Exposición Universal y el reino será por unos meses el centro del mundo y el hogar provisional de muchos dignatarios. Belvedere se somete a una profunda renovación y se convierte en residencia del barón Moens de Georges Fernig,  Comisario General de la exposición para que se destine a lujosas recepciones. En seis meses, el castillo es testigo del desfile de aproximadamente 42.000 personas.
Al año siguiente, Bélgica está  una vez más preparando otra gran evento, la  boda, el 2 de julio de 1959, del Príncipe Alberto de Lieja con Paola Ruffo di Calabria. Se decidió que  Belvedere albergará la joven pareja. Con una superficie de 3 hectáreas, en esta ocasión, la propiedad pasa a 12 hectáreas después de una transferencia de una parte del parque público de Laeken. Por razones obvias de seguridad, la residencia se rodea por  un muro y los príncipes, con sus altos y sus bajos establecen allí un hogar en el que nacen los príncipes Philippe (1960), Astrid (1962) y Lawrence (1963).  Pues se le había adicionado una sala de parto.
La Princesa Paola decora con gran refinamiento Belvedere,  hasta convertirla, más que en un castillo, en una muy lujosa villa.  Todos aquellos que tuvieron la oportunidad de visitar este lugar, opinan de manera unánime que la princesa de Lieja exhibe el mejor gusto.  Tiene sobre todo un ojo para el detalle y ama buscar y  encontrar antigüedades. Algunos observadores no pueden evitar la comparación con los dominios de la adusta Reina Fabiola, quien parece menos experta en la materia, la diferencia es sorprendente. En los primeros años de su matrimonio, las puertas se abren frecuentemente a periodistas y Belvedere puede verse en los periódicos y en la televisión como la agradable residencia de una familia bien avenida, residentes de una casa llena de sencillez y alegría. Hasta que al principio de los años 60 la grave crisis matrimonial de los Príncipes de Lieja, borra ese ambiente de felicidad convirtiendo Belvedere en el refugio de una pareja “castigada” por sus constantes devaneos amorosos extramatrimoniales. Cada uno de los príncipes se muda a un ala diferente del castillo y el ambiente enrarecido, solo logra restablecer la paz hacia mediados de los 80`s.
Además de los sucesivos y elegantes arreglos hechos al  interior del castillo hasta más o menos 1980, la reina Paola ha invertido mucho en el desarrollo del jardín y fue por iniciativa suya que se instaló un invernadero en la parte trasera.  Siendo una Princesa tan preocupada por el ecosistema, se le ha visto muchísimas veces haciendo personalmente labores de jardinería; su jardinero una vez confesó a una revista especializada:  "A veces el cliente le da un presupuesto y usted necesita hacer cualquier diseño usted mismo, a veces, el cliente es una persona amigable que tiene un montón de ideas y un montón de gusto” tal vez esa sea la razón por la que entre muchas otras cosas se implanta un jardín de hierbas aromáticas y medicinales.
Al asumir el trono de los belgas, en 1993, la nueva pareja real no se mudará hasta el castillo de Laeken, donde todos los anteriores gobernantes han habitado. Según parece, por insistencias de la Soberana,  muy apegada a Belvedere, no se ha producido el cambio. Además, estando ambos ya en la cincuentena, no parece buena idea volver a “montar” una nueva casa. En el ejercicio de su función, el Rey recibe a veces en público en su residencia privada,  no el palacio real o en el castillo de Laeken. En los últimos años, las cámaras de televisión a menudo se instalan en las puertas del castillo, a la espera de ilustres visitantes (a veces por la noche) que ayudaran a desentrañar la eterna crisis política de Bélgica. Sin embargo, los días en que los periodistas son invitados regularmente a Belvedere ya no son frecuentes y el castillo es generalmente desconocido para los belgas. Aun a pesar de todos los pronósticos en contra, y mediante una nueva renovación basada como es costumbre de la Reina Paola, en el tema de La Toscana, los Reyes han logrado mantener su privacidad y su matrimonio a flote, para entregar el testigo a los nuevos soberanos, Felipe y Matilde, quienes a diferencia de sus padres, se encuentran realmente cómodos en el Castillo de Laeken.

1 comentario:

  1. Perdone : Al juramento en las Cortes de S.M el Rey Felipe de España, si asistió la familia de la Reina Letizia,concretamente sus padres y sus abuelos, como se puede comprobar por documentos gráficos.
    Por otra parte las Infantas Pilar y Margarita se apellidan De Borbón y Borbón dos Sicilias, no Gómez- Acebo y Zurita respectivamente, en España las mujeres al casarse no adoptan el apellido de su mardo, mantienen el suyo.
    Gracias.

    ResponderEliminar