Con su abdicación, anunciada el pasado 2 de Junio, SM Don Juan
Carlos I de Borbón y Borbón, Rey de España, ha
puesto en marcha una serie de cambios históricos que, juntos, abrirán la
puerta a una nueva forma de entender y vivir una de las más antiguas e
importantes monarquías europeas. Plagada de interrupciones, enfrentamientos y
numerosos escándalos, con más de cuatro siglos en un trono sobre el que se han
sentado, siempre, descendientes de la misma familia, aunque entrelazados tantas
veces y mezclados de tal manera, que casi se hace imposible seguirles el
rastro, sobre todo porque, tal vez como en ninguna otra familia de noble
estirpe, se han realizado muchos matrimonios que aseguren la “limpieza de sangre” de
los descendientes. Es un hecho lleno de detalles inéditos (no existe una
situación similar de la que echar mano en tiempos relativamente cercanos) que
en si mismos escriben una página desconocida hasta ahora, a pesar que siete reyes Españoles han
abdicado, aun cuando solo cuatro lo hayan hecho de manera voluntaria. En la historia reciente, la monarquía fue
parcialmente abolida por el dictador Francisco Franco, quien no aceptaba nadie
que pudiera hacerle sombra a su “incuestionable” poder. Reinstalada en el trono
después de su muerte por decisión suya, ni los últimos años del siglo anterior,
ni los primeros de este, han conocido un
relevo en la corona y no lo esperaban hasta el momento de la muerte del Rey,
quien había asegurado en múltiples oportunidades que “moriría en el
trono”. Sean cualesquiera que sean las
razones verdaderas para esta transición, tomarla ha sido probablemente el
acto más valiente y humilde de un rey
que siempre ha puesto por delante los intereses de España. Sin embargo, ha
significado también una serie importante de otros cambios, que sin duda alguna
escribirán un nuevo capítulo en la historia de España. Veamos algunas particularidades:
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A
diferencia de SM la Reina Sofía, nacida Princesa de Grecia y Dinamarca y
“prima” de casi todas las testas coronadas de Europa, la nueva reina, SAR Doña Letizia
Ortiz Rocasolano (actual Princesa de Asturias) no tiene ni una gota de “sangre
azul” en su árbol genealógico. Es hija de una enfermera y un periodista con
cierto renombre, nieta de un taxista madrileño y una famosa locutora de radio
Asturiana. Es una mujer muy guapa, inteligente y estupendamente preparada para
el cargo, después de 10 años de matrimonio con el Príncipe de Asturias, aunque
no disfruta de la popularidad de su marido o de otros miembros de la familia
real.
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Para
hacerle todos los honores al valor de las instituciones democráticas, SM el Rey
Juan Carlos I planificó la abdicación cuidadosamente y para ello contó todo el
tiempo con la participación de altos mandos del gobierno y de la política
nacional. La primera persona a quien notificó la decisión formalmente tomada,
fue al presidente del Gobierno y fue este quien lo anunció al pueblo español.
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Aun
cuando SAR Felipe, Príncipe de Asturias, no es el hijo mayor de los Reyes, (la primera
hija es la Infanta Elena) es él quien sucederá a su padre en el cargo, debido a
que España es uno de los pocos países monarquicos en los que la sucesión de la corona está reservada al primer hijo varón por encima de las hijas hembras. No se trata de una Ley Sálica, que, como bien ha aclarado un lector interesado, realmente nunca existió en España; es, mas bien, un resabio de la ley de Sucesión Fundamental - también abolida - cuyos coletazos marcan la constitución de 1978 (Franquista) y estipulan los derechos sucesorios de la Corona Española.
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Al
ascender al trono Felipe VI, la composición actual de la “Familia Real”
cambiará por completo. Las Infantas Elena y Cristina pasaran de ser hijas de
rey a ser hermanas de rey, por lo tanto ya no serán parte de la familia real.
Conservarán sus títulos y su distinción de Grandes de España, pero estarán
eximidas de funciones oficiales y sueldos honorarios. Sus hijos también. Sus
familias se convertirán en “parientes del rey” con la alcurnia que eso
significa, pero sin mayores honores reales.
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Las
hermanas del actual rey, Doña Pilar y Doña Margarita, Infantas de España,
conservarán sus títulos nobiliarios pues los heredaron de su padre, Don Juan de
Barcelona, (heredero que no llegó a reinar por disposición de Franco) quien a
su vez se los transmitió a través del Rey Alfonso XIII.
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Los
reyes salientes conservaran el titulo honorifico de Rey y Reina, el trato de
Alteza Real y los honores correspondientes.
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Los
nuevos reyes, Príncipes de Asturias, pasarán de recibir el tratamiento de
Altezas Reales al de Majestades, título reservado exclusivamente para el rey en
ejercicio. Igualmente, el protocolo manda que sean tratados en tercera persona
y nunca se les dirija la palabra directamente, a menos que ellos lo permitan
expresamente.
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El
Rey saliente conservará el rango de Capitán General de las Fuerzas Armadas (en
reserva) y su derecho a lucir uniforme militar, así como el trato preferencial correspondiente.
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Por
lo pronto no habrá cambio de residencias. SSAARR Don Juan Carlos y Doña Sofía
continuaran habitando el “Palacio de la Zarzuela” y SSMM los Reyes Don Felipe y
Doña Letizia continuarán habitando la “Casa del Príncipe” una nueva y moderna
residencia construida en los terrenos de la Zarzuela, donde han habitado desde
su matrimonio. Para ocasiones oficiales y eventos de estado utilizarán el
Palacio Real.
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La
pequeña hija de SSMM Don Felipe y Doña Letizia, SAR La Infanta Leonor de Borbón
y Ortiz, recibirá, inmediatamente al momento de proclamación de su padre, el título
de Princesa de Asturias (título honorifico reservado al heredero de la Corona
Española) pero, si sucediera algo al nuevo Rey, y aunque podrá ser proclamada Reina, es una asignatura pendiente de las cortes la enmienda constitucional que iguale sus derechos, garantizados solo por el hecho - fortuito - de que en el matrimonio del Rey no ha habido un hijo varón (parece que no lo habrá) y en la constitución española (como lo explico arriba) el orden sucesorio sigue recayendo en el hijo varón de los reyes a despecho de la existencia de la cantidad que sea de hijas hembras y de su orden de nacimiento; si naciera un nuevo hijo y este fuera varón,
SM el Rey Felipe VI podría perfectamente mantener el orden sucesorio y otorgar
preeminencia de heredero a este hijo.
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Las
funciones oficiales y beneficios de cualquier tipo otorgados a los reyes
salientes, además de sus honores y títulos sancionados por ley emanada del
Congreso Español, serán decisión expresa del nuevo Rey.
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A
los actos de proclamación de SM Felipe VI no asistirán, por decisión del
gobierno español, ni jefes de estado extranjeros ni representantes de ninguna
Casa Real de Europa o el mundo. La razón
esgrimida es el carácter sencillo y discreto de las ceremonias de sucesión; sin
embargo, al finalizar las ceremonias oficiales, los nuevos Reyes ofrecerán una
recepción en el Palacio Real a la que asistirán dos mil invitados, lo más
granado y florido de la sociedad y la aristocracia española. Las Casas Reales extranjeras
estarán representadas por sus embajadores respectivos.
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El
reinado de SM Felipe VI, empezará efectivamente a las 00.00 horas del 19 de
junio, pues a esa hora entrará en vigencia la ley de abdicación que habrá
sancionado su padre, SM Don Juan Carlos I, la tarde del día 18. Por lo tanto, él y Doña Letizia ya serán Reyes cuando entren
en el Congreso de los Diputados para el acto de proclamación (es incorrecto
hablar de coronación, pues tal cosa no sucederá debido a la separación de poderes del gobierno democrático)
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Don Felipe, vestirá el uniforme de capitán
general de los Ejércitos, como jefe supremo de las Fuerzas Armadas y entrará por la Puerta de los Leones para
efectuar el mismo recorrido que hizo su
padre en 1975. Serán acompañados por las autoridades españolas: el presidente
del Congreso, Jesús Posada; el presidente del senado, Pío García Escudero y el
presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
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Cuando
SM Don Felipe VI preste juramento, se colocarán sobre un cojín a poca distancia
del sillón del trono, el cetro y la corona, símbolos de la monarquía española
que se utilizan desde la reina Isabel II. Pero, no habrá junto a ellos un
crucifijo.
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La
familia de la nueva reina, (padres y hermanos) serán invitados especiales en el
acto de proclamación y lógicamente, se espera que tengan alguna presencia más
activa en el nuevo reinado, pero no recibirán trato especial alguno, sueldo
o título honorario o nobiliario, ni
funciones oficiales de ningún tipo.